15 de noviembre de 2010

Nuestra lucha diaria

¿Sigue habiendo ganas de luchar? Todo en esta vida es una continua lucha, tanto si juegas como si no quieres jugar tu papel siempre se decanta hacia alguno de los bandos. Siempre está ese coste de oportunidad en el que rechazas una cosa a cambio de otra, ahí está nuestra primera batalla diaria.
¿Es adecuado hacer el bien o que vean que haces lo que la sociedad considera bien? Las personas mueren por su boca, decir no es lo mismo que hacer, otra de las guerras personales que se pierden continuamente en este inmerso tablero de ajedrez que llamamos vida. Este juego en el mundo se lleva a cauces que ni por asomo nos podemos imaginar, una simple decisión en nuestra cruzada diaria modifica sin quererlo la vida de un amplio colectivo, ya que todos los actos humanos son una cadena que nunca termina, la finalización de la acción de una persona condiciona a la siguiente y así sucesivamente. Hacer lo correcto pasa siempre desapercibido, mientras hacer que vean que haces lo debido no hace nada más que se crean algo ficticio que más tarde, con el paso del tiempo, no podrás soportar y caerás volviendo a ser en realidad como eres y no como mostraste ser.
Luego están las ganas de luchar por alguien, ¿se puede confiar ciegamente a una persona? ¿Se sabrá que siempre será fiel a los principios que posee y a los que te dijo? Como cité antes “las personas mueren por su boca” y muchas de ellas mueren varias veces durante toda su vida, esa guerra de ideales la pierde ante la sociedad y en el futuro ante ella misma, ya que tarde o temprano la razón hace que recapacites sobre lo que hiciste en el pasado. ¿Le hice daño? ¿Se lo merecía? ¿Me engañó? Miles de preguntas a las que sólo tú puedes darle respuesta, sin olvidar que toda historia tiene dobles caminos.
La esperanza y el miedo juegan los papeles secundarios, la esperanza consiste en el deseo y la fe ciega sobre un determinado concepto, mientras que el miedo hace el caso contrario modificando la conciencia e indicando algo dañino del que no queremos saber.
En realidad es bueno luchar. Se dice siempre que de los palos se aprende y una derrota no significa nada más que eso, haber recibido un golpe tras otro, sabiendo que al próximo sabrás cómo responder, cómo prevenirlo y cómo intentar que no te hagan daño. Crear un prototipo de ti en el que crees unos principios en el que no hagas daño a nadie y que tampoco te hagan daño a ti. Ahí está la auténtica batalla, en saber crear tu propia persona sin ser la marioneta de otro, crear ese estilo y esa vida que quieres vivir, no viviendo la sombra de otros. Ser tú mismo o ser el actor secundario de un guión.