21 de agosto de 2011

ASÍ SOY YO Y ASÍ ESCRIBO

Miró su hoja de papel tranquilamente, sin inmutarse, sin moverse, sin deslizar la punta de la pluma por aquel folio que se le presentaba delante. Pensaba, tenía la idea pero no sabía cómo expresarla para que todo el mundo la comprendiera. En su mente era magnífica, espléndida, algo que él creía que debía de ser difundida para que todos pudieran apreciarla y disfrutar con ella. Pensando le llegó el miedo al rechazo, lo que para uno podía ser magnífico para otros no pasarían de ser una bobada sin sentido. Una cadena de letras empezó a escribir, la tinta se convertía en un hilo impreso que unía y mostraba palabras. Se expresaba al principio con timidez para que quedase lo mejor posible, pero una vez que se hacía más consistente el texto, ganaba rapidez y confianza por las líneas que más tarde repasaría por si algún detalle faltaba, alguna falta de ortografía, alguna errata, etc. Pensaba que sus líneas darían más rienda a su imaginación y sentía que se deslizaba entre los mínimos espacios que separaban unas palabras de otras. La tinta fluía, el folio se llenaba, la mente se vaciaba, la mano se cansaba y la satisfacción personal aumentaba, sentía que lo que hacía le hacía bien, conseguía ser esa persona que quería ser pero no quería demostrar a nadie, esa persona a la que le era más fácil desnudar el alma escribiendo que con un coloquio que escondiese su manera de ser. Complacido con el pequeño texto que había surgido de su mano lo finalizó y lo revisó. Esbozó una leve sonrisa y se dijo para sí mismo “Así soy yo y así escribo”.